1.- (r)Evolución sin violencia: una nueva ética civil. La percepción que un
considerable número de personas tiene acerca de la crítica situación social que
priva en México y la conclusión de que se ha llegado a un límite insoportable
para sus habitantes obliga a tomar acciones que en otras circunstancias
parecerían radicales o parciales. El propósito de este documento es describir algunos
principios sencillos de comprender, y proponer desde una posición de ciudadanos o personas agraviadas una concepción
diferente de la política. Si se quiere progresar es necesario
cambiar la visión convencional que se tiene de los asuntos públicos y en
general de lo que debe ser una buena vida en común. Es urgente establecer una
nueva ética civil cuya fortaleza provenga de la sociedad misma y no solamente
de las instituciones tradicionales dominadas y administradas en la actualidad
por organizaciones políticas y grupos de poder económico que en su gran mayoría
velan por sus propios intereses y que han demostrado ineptitud para crear
equidad, justicia y seguridad entre la población. Las acciones que sin
necesidad de acudir a la violencia física intenten reconstruir el pacto civil y
poner fin a los agravios sociales son las que, en esencia, dan forma al
concepto de (r)Evolución sin Violencia.
2.- Restaurar la buena convivencia. Los agraviados deben
sumarse. Se busca sumar a
los agraviados y descontentos usando para
ello cualquier medio a
nuestro alcance, la acción individual, la conversación, el mitin,
las redes
sociales, la escritura, la denuncia, los volantes, la
presión de los pequeños grupos hasta que la voz, acompañada de la acción, logre
extenderse en contra de un modelo económico que ha creado pobreza, desigualdad,
aumento del crimen e injusticia entre la gente.
Si las revueltas y
revoluciones violentas no hubieran en lo general demostrado su ineficacia y su
estrecha relación con nuevas formas de tiranía y abusos de poder, sería vital
crear un movimiento de rebelión social cuyo fin sería la destitución y enjuiciamiento
de los malos políticos, así como la restauración e innovación de las
instituciones para que funcionen adecuadamente en la búsqueda del bien común.
En la actualidad los distintos
actores políticos se encuentran disgregados y enfrentados entre sí para obtener
cargos públicos.
La experiencia de compartir una cultura en común, el agravio
constante en la vida diaria y el hecho de estar sometidos por el peso de una
misma criminalidad, son puntos de unión y relación entre los habitantes del
país. La justicia se ha oscurecido debido en gran medida a la parcialidad y
manipulación de la legalidad, la cual, en un sistema de privilegios, corrupto y
viciado en su administración beneficia regularmente a los grupos económicos más
poderosos y a quienes controlan y administran la burocracia.
3.-
Comunicación y crítica, no nada más entretenimiento. Los problemas más graves del
país continúan sin resolverse. Cambian partidos y políticos dentro del poder
público, pero la injusticia, criminalidad y la inequidad económica continúan.
El desánimo crece. El uso comercial de la
tecnología tiende una cortina de humo para ocultar que los mismos problemas de
siempre continúan intocables. La comunicación es
vacía e inútil en su contenido —al menos en
la actual
situación crítica— si no sirve
para crear redes que promuevan la justicia, la cultura, la conciencia civil, la
participación ciudadana y la buena convivencia. Los medios tecnológicos y
comunicativos podrían usarse en buena medida para transmitir crítica, voz
civil, cultura, además de entretenimiento. Eso es lo pertinente en situaciones
de emergencia. La comunicación vacía de contenidos en un estado de crisis
puede, si es excesiva, ser cómplice en la conservación del mismo estado de
cosas. Esto se hace más evidente en sociedades como la mexicana en la
que no pueden solucionarse los problemas más simples de seguridad, salud,
educación y equidad mientras que la tecnología
evoluciona rápidamente. El papel de la tecnología en la comunicación podría ser
más amplio, diverso y orientarse hacia el progreso de la sociedad civil. Procurar el bien común se contrapone a la existencia de
monopolios de comunicación y de empresas que lucran a costa de lesionar la
salud, la inteligencia y la capacidad reflexiva de su auditorio. Imaginación, auxilio civil, cultura y discusión de
problemas comunes en los medios electrónicos, en vez de puro entretenimiento y
negocio.
4.-
La democracia no se ejerce solamente a través de los votos. Para que una
democracia sea real o eficiente tiene que fundarse en el seno de un estado de
equidad económica, social y política de los ciudadanos. Antes que votar hay que pensar. Sin una educación elemental o
básica las personas no llegan a comprender en
qué consiste su poder y capacidad de elección, ni cuáles son los alcances de la
representación pública. El legislador tendría que
llevar al congreso la voz de sus representados (conoce esa voz porque —en
teoría— escucha, está atento, conoce los problemas de su sociedad, busca
consensos, conversa y concilia diferencias, etc...).
Si no lo hace es porque
regularmente sólo está interesado en aumentar sus beneficios y poder personales.
5.- Aprender a ser ciudadanos. El respeto por las otras personas es crucial si uno quiere
ejercer los derechos del ciudadano. Por eso es
vital señalar y denunciar desde cualquier
posición en la sociedad a los delincuentes, servidores públicos y en general a
las personas que actúan contra el bien común (no
importa si estos se encuentran detrás de una ventanilla o son directores de una
dependencia: hay que denunciarlos ante una instancia pública o ante los mismos
ciudadanos para que estos tomen medidas, pasar la voz, señalarlos, acusarlos,
rebelarse, alzar la voz y denunciar, por ejemplo, el desabasto de medicinas en
los hospitales públicos, los abusos en la cobranza de luz, el acoso
injustificado de Hacienda, los abusos bancarios, la programación de análisis y
operaciones innecesarias que realizan los médicos, el fraude cotidiano perpetrado
por comerciantes de toda clase, el desprecio de las normas viales por parte de
los conductores de transporte público y un largo etcétera de actos llevados a
cabo en contra de la civilidad).
Ser parte de un país
tiene sentido si se puede habitar sin miedo en su territorio, si se practica la
competencia leal, el cuidado ecológico, el respeto a los demás y la equidad
económica. El deterioro de la sociedad no es sólo responsabilidad de los
delincuentes y asesinos, los malos políticos o los especuladores económicos,
sino también de las personas comunes que no saben ser ciudadanos.
6.-
Desde cualquier posición hay que exigir a los gobiernos y a sus
empleados cumplir sus obligaciones. Si no lo
hacen hay que señalarlos y hacer pública su incapacidad hasta que dejen su
cargo. No es
necesario pactar todas las veces con el gobierno, más que en casos
excepcionales. Esta ha sido de manera recurrente una forma de neutralizar las
acciones que tienden a promover cambios profundos. Los gobiernos tienen el
deber de procurar el bien de las personas que viven bajo la influencia de sus
acciones. Ese es su trabajo. Y son indeseables quienes no llevan a cabo su
trabajo con honradez. Los servidores públicos no
deben enriquecerse de sus cargos y en épocas de crisis tendrían que contar
además con una vocación de servicio y filantropía. Ellos administran
nuestros asuntos civiles. Hay que exigirles cumplir honradamente sus
obligaciones desde la posición de cada persona, sobre todo de las personas que
están dentro de la estructura burocrática y que son capaces de advertir con
mayor claridad la corrupción y la injusticia que se ejercen contra quienes dependen
de ellos directamente (un funcionario
debe servir al máximo con un sueldo discreto). La
denuncia, el escarnio, la llamada de atención a las personas más cercanas para
que tomen postura, el reclamo, las exclamaciones de indignación, la renuncia a
participar en las elecciones, la huelga laboral (personal o grupal, no nada más
guiada por sindicatos), la renuncia de grupos ciudadanos a pagar impuestos
cuando hayan sido objeto de agravio e injusticias por parte del gobierno son,
entre muchas otras, formas de oponerse al estado actual de las cosas (acciones
que no tengan que someterse a la aprobación de los partidos políticos, las
agrupaciones sindicales y demás formaciones políticas que en general poco han servido para
que después de tantas décadas de gobierno "revolucionario" el futuro
continúe siendo inexistente para la mayoría de las personas).
7.-
Los sindicatos han creado sólidos sistemas de privilegios. Hay que oponerse a
su poder totalitario,
fomentar su
democratización
e intentar la creación de pequeñas asociaciones que
desconcentren ese poder o al menos le impongan límites. Los sindicatos
en su gran mayoría son pirámides jerárquicas que dan poder a sus líderes y a
las burocracias que se van formando con el tiempo. Son, en realidad un sistema
de privilegios pese a los logros y beneficios parciales que muestra la historia del
sindicalismo mexicano. Los líderes que exceden
de modo extremo la posición económica de los afiliados al sindicato no los
representan ni los comprenden. ¿Cómo pueden comprenderlos si viven en
condiciones económicas y sociales tan distintas? En estas agrupaciones
se venden plazas, se trafican las influencias, se hacen negocios y se ayuda
solamente a los incondicionales. Las plazas se venden o se regalan a quienes
poseen influencias. Por tal razón es urgente condenar cívica y moralmente a los
sindicatos que promuevan esas prácticas, sobre todo desde la voz de sus
afiliados. En general los sindicatos que no ejercen la democracia son ahora un obstáculo para crear
condiciones de equidad y justicia.
8.-
La equidad económica y el bien social amplían el horizonte de la libertad. Las democracias
sin ciudadanos (es decir habitadas por consumidores en vez de ciudadanos), las
aristocracias de los consejos de administración en las grandes empresas
nacionales y trasnacionales, monopolios o las aristocracias que rigen los
medios de comunicación han degradado el concepto de democracia: lo desvirtúan
cuando lo interpretan sólo para su beneficio y conveniencia. Una libertad cercada por límites prudentes, justos
y encaminados a evitar el deterioro civil, el auge de la criminalidad y la
tiranía del mercado parcial es la clase de libertad que se requiere para
comenzar a enmendar la situación crítica en la que se vive.
9.-
Globalización sin deterioro de la economía, la ecología y la cultura. A
la idea de un mundo global y neoliberal hay que oponer una multitud de
políticas que vuelvan más humana la idea de comunidad: nuevos
órdenes para la convivencia urbana, más acciones para preservar la naturaleza y
el medio ambiente, más estrategias para el ahorro de energía y nuevas reglas
para poner límites a la especulación financiera. Hoy
en día el valor del
dinero está por encima del valor humano y se comprende la globalización como
tráfico de mercancías y dinero, y no como relación entre culturas
diferentes. Existen
tendencias que desean eliminar las materias de humanidades de las escuelas por
considerarlas conflictivas y ociosas. La filosofía y la ética, por el
contrario, tienen que ser materias preponderantes en la educación básica, sobre todo
en tiempos de crisis educativa cuando más se necesita de la reflexión y la
crítica.
10.-
Unos minutos diarios para denunciar a los corruptos y criminales.
En México la mayoría de
los gobernantes y funcionarios piensan que ocupar un cargo público es una
oportunidad para mejorar la vida personal a costa de los demás. Por ello
hay que
invertir parte de
nuestro tiempo en participar en el destierro de los gobernantes malos y de
quienes no cumplen bien sus funciones: unos minutos al día para hacerles la
vida difícil
(se sugieren formas de hacerlo
en los puntos siguientes). La experiencia y el
sentido común se
unen para cerrarle el paso a la mala retórica plagada de promesas que no van a cumplirse.
11.-
Son indispensables instituciones flexibles hechas a la medida del ciudadano. Las instituciones
públicas no son manifestaciones directas de la justicia, sino medios o
vehículos para hacer justicia. Las leyes son creadas por las personas, no son
anteriores a ellas. Hay que presionar a los legisladores para que aprueben
leyes adecuadas para su comunidad. Las leyes deben ser discutidas y puestas al
día (despenalización de drogas; real independencia de las instituciones que
regulan las actividades financieras y de comunicación; transformación en el
sistema procurador de justicia, etc...); de lo contrario estas leyes se
volverán en contra de las sociedades que son regidas por ellas.
12.-
El poder económico no debe dictar políticas públicas. La globalización traerá más pobreza en estos tiempos si sus contenidos
son regulados casi exclusivamente por los hombres de negocios o por las grandes
empresas de la comunicación. Debe evitarse que el poder
económico dicte normas y se mantenga por encima del poder político. La regulación debe darse a través de instituciones o
dependencias públicas que representen a todos y que se orienten al bien general.
Los ciudadanos deben, por todos los medios a su alcance, presionar a estas
dependencias para que sean honradas y efectivas en sus funciones
reguladoras.
13.-
Para
procurar la equidad
económica nadie debería enriquecerse si al hacerlo provoca la
pobreza de otros. Los ciudadanos y en particular los más afectados por la
crisis social y económica han perdido su poder de intimidación sobre las elites
o grupos poderosos, de manera que estos se resisten a hacer concesiones o a
renunciar a algunos de sus privilegios. Si no recuperamos ese poder de intimidación pública sobre
los acumuladores del dinero no será posible crear ningún tipo de sociedad de
bienestar.
14.-
Los especuladores financieros son un problema público. Toda riqueza creada debe
a su vez crear bienestar a los demás. Las crisis económicas globales vacían los
bolsillos sin que siquiera podamos reconocer el rostro de los responsables.
¿Cuál es el origen de este saqueo a distancia? Cantidades siderales de divisas
viajan en un espacio virtual y cambian de dueño en segundos. Una compleja
ciencia ficción que se auto denomina finanzas nos hace víctimas de personas desconocidas y prácticamente invisibles
que realizan negocios en los confines del espacio virtual o desde sus sillones
en los barrios financieros del mundo: esta es la
característica del sistema económico conocido como neoliberal. La especulación financiera,
libre, abierta, sin limitaciones ni regulaciones es perniciosa en estados donde
las mayorías tienen problemas de desempleo, salud, economía y seguridad.
Es indispensable cuestionar y grabar el capital
especulativo, el consumo desproporcionado.
15.- Recuperar la buena convivencia.
La democracia no se
reduce a una suma de votos. Abstenerse de votar es decisión de cada quien, pero
resulta urgente comenzar una lucha real para poner fin al modelo económico
creador de pobreza y desigualdad y hacer de la sociedad un lugar habitable.
Debe existir una mínima
equidad e igualdad entre los votantes (educación, bienestar, salud y demás)
para que en verdad cada uno de los votos tenga el mismo valor. Los ciudadanos
que se abstienen de votar pueden también provocar transformaciones verdaderas a
partir de la crítica constante de su entorno, de políticas individuales contra
el consumo desmedido y la especulación financiera; denunciando la corrupción;
renunciando a las transacciones económicas a través de los monopolios
bancarios; creando redes humanas de oposición. Hay que fortalecer la comunidad
desde la crítica, la participación y la acción ciudadana. Abstenerse de votar
no es renunciar a la participación civil.
16.-
Solidaridad y unión con las expresiones independientes que reclamen justicia en
cualquier aspecto del ámbito público. La suma
de células, agrupaciones, personas, asociaciones legítimas (que buscan el bien
social) y de todo grupo desligado de los gobiernos y partidos políticos
actuales es una buena forma de volver a fundamentar la democracia. En
países, sociedades o comunidades donde impera la pobreza, toda acumulación y
exceso de riqueza tiene que verse, necesariamente, como una forma de barbarie y
de desprecio al pacto civil y democrático. Una clase
media consciente de su responsabilidad civil debería crecer y desarrollarse,
para que tanto los ricos como los pobres tiendan a disminuir. Las herencias, la
acumulación excesiva de dinero y propiedades no son una señal de éxito (aunque
lo sean individualmente) sino de penuria social. A través de una nueva
estrategia de impuestos, regulación de privilegios, imposición de límites y
redistribución podría buscarse la equidad económica. Si bien la redistribución
no debe llevarse a cabo por medio de la violencia (acciones así promueven
nuevas tiranías e injusticias) debe considerarse a los acumuladores, usureros,
y a los más beneficiados económicamente como desertores del pacto civil. Y es posible emprender contra ellos acciones de denuncia y
escarnio, aunque no de violencia física. Si no
existe equidad económica, tampoco habrá entonces equilibrio ni salud en la
justicia. El libre mercado es una fantasía que regularmente explotan
quienes se benefician en su nombre. Cualquier mercado requiere de reglas y
limitaciones en favor de la comunidad.
17.-
Limitación y regulación de las herencias y de las grandes riquezas. En cualquier sociedad democrática que vive en condiciones de gran pobreza, es
necesario
afianzar la
convivencia limitando las herencias y las riquezas excesivas, a través de
nuevas leyes, impuestos públicos y demás herramientas. En
un país donde existe tanta desigualdad los ricos no representan a personas
exitosas, sino son una carga social. ¿Qué es una
riqueza excesiva? La que crece o se fomenta al lado de una pobreza extrema.
La clase media puede extender sus límites en gran medida, pero nadie tiene
derecho, en una democracia, a acumular dinero para el disfrute de varias
generaciones venideras, sobre todo si esa sociedad vive en condiciones de
penuria económica. La legislación respectiva tiene que estar encaminada a
poner límites a la acumulación.
18.- No nada
más teorías, sino acciones. La política no se agota en la
obtención de cargos públicos, en el apoyo o creación de partidos políticos, ni
en la toma de los poderes del Estado, sino en la construcción de caminos
alternativos a los tradicionales para procurar la buena convivencia, el mejoramiento
de la vida cotidiana y la equidad económica y social. Es necesario hacer de los
países lugares habitables y señalar, aislar y neutralizar y combatir a todos
aquellos que lucren (sea en cualquier plano, político o económico)
aprovechándose del desorden y la confusión que trae consigo todo exceso de
comunicación. Cualquier acción que promueva estos fines es bienvenida: ser
más críticos y
selectivos en el consumo y dejar de comprar en los centros comerciales que
monopolicen el mercado; renunciar a que nuestras transacciones económicas pasen
por las manos de los bancos; dejar de utilizar tarjetas bancarias; comprar en
las pequeñas y medianas empresas, etcétera. O denunciar a las empresas que
dañen el medio ambiente o que traten a sus trabajadores de forma injusta. Y es
aún más importante denunciar a los funcionarios menores: a quienes piden
mordidas o dinero extra para llevar a cabo un trabajo que tienen obligación de
hacer. Como éstas existen muchas otras acciones que poseen un espíritu de
fortaleza y rebelión ciudadana.
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