sábado, 18 de febrero de 2012

Revolución sin violencia

1.- (r)Evolución sin violencia: una nueva ética civil. La percepción que un considerable número de personas tiene acerca de la crítica situación social que priva en México y la conclusión de que se ha llegado a un límite insoportable para sus habitantes obliga a tomar acciones que en otras circunstancias parecerían radicales o parciales. El propósito de este documento es describir algunos principios sencillos de comprender, y proponer desde una posición de ciudadanos o personas agraviadas una concepción 
diferente de la política. Si se quiere progresar es necesario cambiar la visión convencional que se tiene de los asuntos públicos y en general de lo que debe ser una buena vida en común. Es urgente establecer una nueva ética civil cuya fortaleza provenga de la sociedad misma y no solamente de las instituciones tradicionales dominadas y administradas en la actualidad por organizaciones políticas y grupos de poder económico que en su gran mayoría velan por sus propios intereses y que han demostrado ineptitud para crear equidad, justicia y seguridad entre la población. Las acciones que sin necesidad de acudir a la violencia física intenten reconstruir el pacto civil y poner fin a los agravios sociales son las que, en esencia, dan forma al concepto de (r)Evolución sin Violencia.


2.- Restaurar la buena convivencia. Los agraviados deben sumarse. Se busca sumar a los agraviados y descontentos usando para ello cualquier medio a nuestro alcance, la acción individual, la conversación, el mitin, las redes sociales, la escritura, la denuncia, los volantes, la presión de los pequeños grupos hasta que la voz, acompañada de la acción, logre extenderse en contra de un modelo económico que ha creado pobreza, desigualdad, aumento del crimen e injusticia entre la gente. Si las revueltas y revoluciones violentas no hubieran en lo general demostrado su ineficacia y su estrecha relación con nuevas formas de tiranía y abusos de poder, sería vital crear un movimiento de rebelión social cuyo fin sería la destitución y enjuiciamiento de los malos políticos, así como la restauración e innovación de las instituciones para que funcionen adecuadamente en la búsqueda del bien común. En la actualidad los distintos actores políticos se encuentran disgregados y enfrentados entre sí para obtener cargos públicos. La experiencia de compartir una cultura en común, el agravio constante en la vida diaria y el hecho de estar sometidos por el peso de una misma criminalidad, son puntos de unión y relación entre los habitantes del país. La justicia se ha oscurecido debido en gran medida a la parcialidad y manipulación de la legalidad, la cual, en un sistema de privilegios, corrupto y viciado en su administración beneficia regularmente a los grupos económicos más poderosos y a quienes controlan y administran la burocracia.     


3.- Comunicación y crítica, no nada más entretenimiento. Los problemas más graves del país continúan sin resolverse. Cambian partidos y políticos dentro del poder público, pero la injusticia, criminalidad y la inequidad económica continúan. El desánimo crece. El uso comercial de la tecnología tiende una cortina de humo para ocultar que los mismos problemas de siempre continúan intocables. La comunicación es vacía e inútil en su contenido —al menos en la actual situación crítica— si no sirve para crear redes que promuevan la justicia, la cultura, la conciencia civil, la participación ciudadana y la buena convivencia. Los medios tecnológicos y comunicativos podrían usarse en buena medida para transmitir crítica, voz civil, cultura, además de entretenimiento. Eso es lo pertinente en situaciones de emergencia. La comunicación vacía de contenidos en un estado de crisis puede, si es excesiva, ser cómplice en la conservación del mismo estado de cosas. Esto se hace más evidente en sociedades como la mexicana en la que no pueden solucionarse los problemas más simples de seguridad, salud, educación y equidad mientras que la tecnología evoluciona rápidamente. El papel de la tecnología en la comunicación podría ser más amplio, diverso y orientarse hacia el progreso de la sociedad civil. Procurar el bien común se contrapone a la existencia de monopolios de comunicación y de empresas que lucran a costa de lesionar la salud, la inteligencia y la capacidad reflexiva de su auditorio. Imaginación, auxilio civil, cultura y discusión de problemas comunes en los medios electrónicos, en vez de puro entretenimiento y negocio. 


4.- La democracia no se ejerce solamente a través de los votos. Para que una democracia sea real o eficiente tiene que fundarse en el seno de un estado de equidad económica, social y política de los ciudadanos. Antes que votar hay que pensar. Sin una educación elemental o básica las personas no llegan a comprender en qué consiste su poder y capacidad de elección, ni cuáles son los alcances de la representación pública. El legislador tendría que llevar al congreso la voz de sus representados (conoce esa voz porque —en teoría— escucha, está atento, conoce los problemas de su sociedad, busca consensos, conversa y concilia diferencias, etc...). Si no lo hace es porque regularmente sólo está interesado en aumentar sus beneficios y poder personales.

5.- Aprender a ser ciudadanos. El respeto por las otras personas es crucial si uno quiere ejercer los derechos del ciudadano. Por eso es vital señalar y denunciar desde cualquier posición en la sociedad a los delincuentes, servidores públicos y en general a las personas que actúan contra el bien común (no importa si estos se encuentran detrás de una ventanilla o son directores de una dependencia: hay que denunciarlos ante una instancia pública o ante los mismos ciudadanos para que estos tomen medidas, pasar la voz, señalarlos, acusarlos, rebelarse, alzar la voz y denunciar, por ejemplo, el desabasto de medicinas en los hospitales públicos, los abusos en la cobranza de luz, el acoso injustificado de Hacienda, los abusos bancarios, la programación de análisis y operaciones innecesarias que realizan los médicos, el fraude cotidiano perpetrado por comerciantes de toda clase, el desprecio de las normas viales por parte de los conductores de transporte público y un largo etcétera de actos llevados a cabo en contra de la civilidad). Ser parte de un país tiene sentido si se puede habitar sin miedo en su territorio, si se practica la competencia leal, el cuidado ecológico, el respeto a los demás y la equidad económica. El deterioro de la sociedad no es sólo responsabilidad de los delincuentes y asesinos, los malos políticos o los especuladores económicos, sino también de las personas comunes que no saben ser ciudadanos.


6.- Desde cualquier posición hay que exigir a los gobiernos y a sus empleados cumplir sus obligaciones. Si no lo hacen hay que señalarlos y hacer pública su incapacidad hasta que dejen su cargo. No es necesario pactar todas las veces con el gobierno, más que en casos excepcionales. Esta ha sido de manera recurrente una forma de neutralizar las acciones que tienden a promover cambios profundos. Los gobiernos tienen el deber de procurar el bien de las personas que viven bajo la influencia de sus acciones. Ese es su trabajo. Y son indeseables quienes no llevan a cabo su trabajo con honradez. Los servidores públicos no deben enriquecerse de sus cargos y en épocas de crisis tendrían que contar además con una vocación de servicio y filantropía. Ellos administran nuestros asuntos civiles. Hay que exigirles cumplir honradamente sus obligaciones desde la posición de cada persona, sobre todo de las personas que están dentro de la estructura burocrática y que son capaces de advertir con mayor claridad la corrupción y la injusticia que se ejercen contra quienes dependen de ellos directamente (un funcionario debe servir al máximo con un sueldo discreto). La denuncia, el escarnio, la llamada de atención a las personas más cercanas para que tomen postura, el reclamo, las exclamaciones de indignación, la renuncia a participar en las elecciones, la huelga laboral (personal o grupal, no nada más guiada por sindicatos), la renuncia de grupos ciudadanos a pagar impuestos cuando hayan sido objeto de agravio e injusticias por parte del gobierno son, entre muchas otras, formas de oponerse al estado actual de las cosas (acciones que no tengan que someterse a la aprobación de los partidos políticos, las agrupaciones sindicales y demás formaciones políticas que en general poco han servido para que después de tantas décadas de gobierno "revolucionario" el futuro continúe siendo inexistente para la mayoría de las personas).


7.- Los sindicatos han creado sólidos sistemas de privilegios. Hay que oponerse a su poder totalitario, fomentar su democratización e intentar la creación de pequeñas asociaciones que desconcentren ese poder o al menos le impongan límites. Los sindicatos en su gran mayoría son pirámides jerárquicas que dan poder a sus líderes y a las burocracias que se van formando con el tiempo. Son, en realidad un sistema de privilegios pese a los logros y beneficios parciales que muestra la historia del sindicalismo mexicano. Los líderes que exceden de modo extremo la posición económica de los afiliados al sindicato no los representan ni los comprenden. ¿Cómo pueden comprenderlos si viven en condiciones económicas y sociales tan distintas? En estas agrupaciones se venden plazas, se trafican las influencias, se hacen negocios y se ayuda solamente a los incondicionales. Las plazas se venden o se regalan a quienes poseen influencias. Por tal razón es urgente condenar cívica y moralmente a los sindicatos que promuevan esas prácticas, sobre todo desde la voz de sus afiliados. En general los sindicatos que no ejercen la democracia son ahora un obstáculo para crear condiciones de equidad y justicia. 


8.- La equidad económica y el bien social amplían el horizonte de la libertad. Las democracias sin ciudadanos (es decir habitadas por consumidores en vez de ciudadanos), las aristocracias de los consejos de administración en las grandes empresas nacionales y trasnacionales, monopolios o las aristocracias que rigen los medios de comunicación han degradado el concepto de democracia: lo desvirtúan cuando lo interpretan sólo para su beneficio y conveniencia. Una libertad cercada por límites prudentes, justos y encaminados a evitar el deterioro civil, el auge de la criminalidad y la tiranía del mercado parcial es la clase de libertad que se requiere para comenzar a enmendar la situación crítica en la que se vive.
  

9.- Globalización sin deterioro de la economía, la ecología y la cultura. A la idea de un mundo global y neoliberal hay que oponer una multitud de políticas que vuelvan más humana la idea de comunidad: nuevos órdenes para la convivencia urbana, más acciones para preservar la naturaleza y el medio ambiente, más estrategias para el ahorro de energía y nuevas reglas para poner límites a la especulación financiera. Hoy en día el valor del dinero está por encima del valor humano y se comprende la globalización como tráfico de mercancías y dinero, y no como relación entre culturas diferentes. Existen tendencias que desean eliminar las materias de humanidades de las escuelas por considerarlas conflictivas y ociosas. La filosofía y la ética, por el contrario, tienen que ser materias preponderantes en la educación básica, sobre todo en tiempos de crisis educativa cuando más se necesita de la reflexión y la crítica.


10.- Unos minutos diarios para denunciar a los corruptos y criminales. En México la mayoría de los gobernantes y funcionarios piensan que ocupar un cargo público es una oportunidad para mejorar la vida personal a costa de los demás. Por ello hay que invertir parte de nuestro tiempo en participar en el destierro de los gobernantes malos y de quienes no cumplen bien sus funciones: unos minutos al día para hacerles la vida difícil (se sugieren formas de hacerlo en los puntos siguientes). La experiencia y el sentido común se unen para cerrarle el paso a la mala retórica plagada de promesas que no van a cumplirse.


11.- Son indispensables instituciones flexibles hechas a la medida del ciudadano. Las instituciones públicas no son manifestaciones directas de la justicia, sino medios o vehículos para hacer justicia. Las leyes son creadas por las personas, no son anteriores a ellas. Hay que presionar a los legisladores para que aprueben leyes adecuadas para su comunidad. Las leyes deben ser discutidas y puestas al día (despenalización de drogas; real independencia de las instituciones que regulan las actividades financieras y de comunicación; transformación en el sistema procurador de justicia, etc...); de lo contrario estas leyes se volverán en contra de las sociedades que son regidas por ellas.   


12.- El poder económico no debe dictar políticas públicas. La globalización traerá más pobreza en estos tiempos si sus contenidos son regulados casi exclusivamente por los hombres de negocios o por las grandes empresas de la comunicación. Debe evitarse que el poder económico dicte normas y se mantenga por encima del poder político. La regulación debe darse a través de instituciones o dependencias públicas que representen a todos y que se orienten al bien general. Los ciudadanos deben, por todos los medios a su alcance, presionar a estas dependencias para que sean honradas y efectivas en sus funciones reguladoras.   


13.- Para procurar la equidad económica nadie debería enriquecerse si al hacerlo provoca la pobreza de otros. Los ciudadanos y en particular los más afectados por la crisis social y económica han perdido su poder de intimidación sobre las elites o grupos poderosos, de manera que estos se resisten a hacer concesiones o a renunciar a algunos de sus privilegios. Si no recuperamos ese poder de intimidación pública sobre los acumuladores del dinero no será posible crear ningún tipo de sociedad de bienestar.


14.- Los especuladores financieros son un problema público. Toda riqueza creada debe a su vez crear bienestar a los demás. Las crisis económicas globales vacían los bolsillos sin que siquiera podamos reconocer el rostro de los responsables. ¿Cuál es el origen de este saqueo a distancia? Cantidades siderales de divisas viajan en un espacio virtual y cambian de dueño en segundos. Una compleja ciencia ficción que se auto denomina finanzas nos hace víctimas de personas desconocidas y prácticamente invisibles que realizan negocios en los confines del espacio virtual o desde sus sillones en los barrios financieros del mundo: esta es la característica del sistema económico conocido como neoliberal. La especulación financiera, libre, abierta, sin limitaciones ni regulaciones es perniciosa en estados donde las mayorías tienen problemas de desempleo, salud, economía y seguridad. Es indispensable cuestionar y grabar el capital especulativo, el consumo desproporcionado.


15.- Recuperar la buena convivencia. La democracia no se reduce a una suma de votos. Abstenerse de votar es decisión de cada quien, pero resulta urgente comenzar una lucha real para poner fin al modelo económico creador de pobreza y desigualdad y hacer de la sociedad un lugar habitable. Debe existir una mínima equidad e igualdad entre los votantes (educación, bienestar, salud y demás) para que en verdad cada uno de los votos tenga el mismo valor. Los ciudadanos que se abstienen de votar pueden también provocar transformaciones verdaderas a partir de la crítica constante de su entorno, de políticas individuales contra el consumo desmedido y la especulación financiera; denunciando la corrupción; renunciando a las transacciones económicas a través de los monopolios bancarios; creando redes humanas de oposición. Hay que fortalecer la comunidad desde la crítica, la participación y la acción ciudadana. Abstenerse de votar no es renunciar a la participación civil.   

16.- Solidaridad y unión con las expresiones independientes que reclamen justicia en cualquier aspecto del ámbito público. La suma de células, agrupaciones, personas, asociaciones legítimas (que buscan el bien social) y de todo grupo desligado de los gobiernos y partidos políticos actuales es una buena forma de volver a fundamentar la democracia. En países, sociedades o comunidades donde impera la pobreza, toda acumulación y exceso de riqueza tiene que verse, necesariamente, como una forma de barbarie y de desprecio al pacto civil y democrático. Una clase media consciente de su responsabilidad civil debería crecer y desarrollarse, para que tanto los ricos como los pobres tiendan a disminuir. Las herencias, la acumulación excesiva de dinero y propiedades no son una señal de éxito (aunque lo sean individualmente) sino de penuria social. A través de una nueva estrategia de impuestos, regulación de privilegios, imposición de límites y redistribución podría buscarse la equidad económica. Si bien la redistribución no debe llevarse a cabo por medio de la violencia (acciones así promueven nuevas tiranías e injusticias) debe considerarse a los acumuladores, usureros, y a los más beneficiados económicamente como desertores del pacto civil. Y es posible emprender contra ellos acciones de denuncia y escarnio, aunque no de violencia física. Si no existe equidad económica, tampoco habrá entonces equilibrio ni salud en la justicia. El libre mercado es una fantasía que regularmente explotan quienes se benefician en su nombre. Cualquier mercado requiere de reglas y limitaciones en favor de la comunidad.


17.- Limitación y regulación de las herencias y de las grandes riquezas. En cualquier sociedad democrática que vive en condiciones de gran pobreza, es necesario afianzar la convivencia limitando las herencias y las riquezas excesivas, a través de nuevas leyes, impuestos públicos y demás herramientas. En un país donde existe tanta desigualdad los ricos no representan a personas exitosas, sino son una carga social. ¿Qué es una riqueza excesiva? La que crece o se fomenta al lado de una pobreza extrema. La clase media puede extender sus límites en gran medida, pero nadie tiene derecho, en una democracia, a acumular dinero para el disfrute de varias generaciones venideras, sobre todo si esa sociedad vive en condiciones de penuria económica. La legislación respectiva tiene que estar encaminada a poner límites a la acumulación.   


18.- No nada más teorías, sino acciones. La política no se agota en la obtención de cargos públicos, en el apoyo o creación de partidos políticos, ni en la toma de los poderes del Estado, sino en la construcción de caminos alternativos a los tradicionales para procurar la buena convivencia, el mejoramiento de la vida cotidiana y la equidad económica y social. Es necesario hacer de los países lugares habitables y señalar, aislar y neutralizar y combatir a todos aquellos que lucren (sea en cualquier plano, político o económico) aprovechándose del desorden y la confusión que trae consigo todo exceso de comunicación. Cualquier acción que promueva estos fines es bienvenida: ser más críticos y selectivos en el consumo y dejar de comprar en los centros comerciales que monopolicen el mercado; renunciar a que nuestras transacciones económicas pasen por las manos de los bancos; dejar de utilizar tarjetas bancarias; comprar en las pequeñas y medianas empresas, etcétera. O denunciar a las empresas que dañen el medio ambiente o que traten a sus trabajadores de forma injusta. Y es aún más importante denunciar a los funcionarios menores: a quienes piden mordidas o dinero extra para llevar a cabo un trabajo que tienen obligación de hacer. Como éstas existen muchas otras acciones que poseen un espíritu de fortaleza y rebelión ciudadana. 
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Arnoldo Kraus
Guillermo Fadanelli
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Eduardo Thomas
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Luigi Amara
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Yolanda M. Guadarrama
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Más firmantes en http://www.ipetitions.com/petition/revolucion-sin-violencia/